Parte I: La Escuela Estoica
El estoicismo antiguo tuvo su centro activo en Atenas en el siglo III a.C, sus maestros Zenón de Citio, Cleantes y Crisipo. Seguidor de Crates, de la doctrina de Antístenes, que postula el sarcasmo y el escándalo para denunciar actitudes de sus contemporáneos. Según ellos el sabio no tenía nada que ocultar a la gente. El término estoicismo deriva del griego que traducido es pórtico, pues Zenón enseñaba en el pórtico Pocilé.
Zenón era hombre sobrio y discreto, no cobraba por sus enseñanzas cosa que sí hacían los sofistas. Huía del trato con los poderosos, incluso no fue cuando el rey Antígono lo convoca, sino que envía a uno de sus discípulos.
Cuando cae saliendo de la escuela quebrándose un dedo, entonces golpea al suelo y dice “Ya voy ¿porqué me llamas?” Y se ahorca, dando fin a sus días en esta tierra, pero sus enseñanzas aún perduran. El término estoico es bastardeado, por interpretaciones falaces, que dicen que el estoico, es aquella persona terca, que no lucha, que acepta las cosas como son, bajando cobardemente la cabeza, pero eso no es el estoicismo. Esa es una forma burda, simplista e ignota de la verdadera filosofía que propone esta escuela que tiene más dos mil años.
Un poco de historia filosófica
Cleantes, era atleta, no se le atribuyen grandes dotes intelectuales, pero sí su minuciosidad y su constancia en el aprendizaje de las enseñanzas de Zenón. Cleantes que junto con Crisipo, son de los primeros referentes de esta escuela.
Luego sigue en el tiempo, donde se llama la etapa el estoicismo medio, con Zenón de Tarso y Diógenes de Babilonia. Esta escuela en la época imperial se destaca Séneca, (4 a.C al 65 d. C) quien sobresale como escritor cuando escribe sobre un retrato psicológico, describiendo la locura humana. Un tanto controversial ya que fuera maestro de Nerón. Finalmente muere por orden de su ex alumno, cortándose las venas.
Epicteto (50-130) que fuera esclavo de Epafrodito, quien le había aprisionado un pie en un borceguí de tortura, Epicteto le había dicho “me vas a romper la pierna”, pero el amo continuó, hasta que aquello sucedió y Epicteto le dice “Te había prevenido acabas de romperme la pierna”. Este referente del estoicismo, nos muestra, que no se queda callado, esperando que lo inevitable pase, habla (porque un esclavo no podía ni actuar, ni hablar por su cuenta), e intenta torcer su destino, aunque no lograra el resultado que él quería. Si bien su filosofía puede decir estas dos palabras: abstente y soporta, él habló intentando que no le rompieran su pierna.
De este referente toma muchas cosas Descartes que enseña a esforzarse por superarse a sí mismo.
Marco Aurelio (121-180) emperador romano, escribe Pensamientos, el considera que la vida es una guerra y a su vez un alto del viajero, guerra y descanso, es decir que habla de un deber que debe mantener, puesto que él era emperador y general y no se quedaba en su casa, mirando el techo porque el destino fuera que tuviera que perder tal o cual batalla, es decir que su vida y la filosofía estoica apuntan a cumplir con el deber, aunque el resultado fuera tener que perder.
En el 313, Constantino promulga el edicto de Milán, y el cristianismo se convierte en la religión del estado romano. Los filósofos se disputan la herencia socrática, que traicionan en grado diverso: De la ironía de Sócrates y de su “Conocete a ti mismo”, los cirenaicos dedujeron que el hombre debe empeñarse en conocer lo que le gusta y en buscar su propio placer. Sin embargo también mal interpretado como los estoicos, Sócrates postulaba el logro de la autonomía del hombre, de su dominio interior. Algunos filósofos se van al escepticismo como Pirrón el que decía que para alcanzar la sabiduría silenciosa, es necesario rechazar todas las opiniones y creencias.
En este desorden y discusión de ideas, se consolidan dos visiones diferentes que buscan al hombre darle reglas de vida y de acción que le permitan reconciliarse con la naturaleza y consigo mismo el estoicismo y el epicureísmo, “Epicuro exige que el hombre viva de acuerdo con la naturaleza sometiéndose a la sensación” de modo es un sensualismo y hedonismo. Zenón, pide que el hombre viva de acuerdo a la naturaleza (que es la razón) aceptando el orden de los acontecimientos, o destino que denota la voluntad de Dios.
Para los aristotelianos, el hombre, los objetos tienen un o unos atributos, estancos. Su virtud consiste, en mantener el equilibrio, en el lugar en la jerarquía que le haya tocado, a un sujeto se le atribuye una cualidad sensible, la proposición lógica es S es P (s=sujeto, P =predicado o atributo), es decir una cualidad relacionada al Ser; esta corriente científica apunta a lo general, a “los caracteres comunes de cierto número de individuos”. Y se dirige a proponer relaciones de inclusión o de exclusión. Para los estoicos el mundo es un ser viviente, es Dios; “tensión y simpatía presiden su estructura, y vivir es, para el hombre, vivir en armonía con los designios divinos. Para los estoicos, los seres no tienen determinados atributos por sí mismos, sino que viven compenetrados con su entorno, es decir que el hombre tiene el alma mezclada, por así decirlo con los condiciones, objetos exteriores, circunstancias, naturaleza que lo rodea. Como dice Ortega y Gasset “el hombre es el hombre y sus circunstancias”, la proposición estoica, alude al sujeto hechos, acciones y no cualidades, por ej: Esta mujer a dado a luz.
La sabiduría estoica
La sabiduría es la sumisión al tiempo, el que muestra el dinamismo de la vida, el aceptar la vida, la naturaleza, es aceptar los designios del Creador. Para los estoicos, no hay generalidades, sino individuos, no hay dos personas iguales.
Nuestra vida -en las acciones y acontecimientos- tiene sus antecedentes y su consecuentes, es decir tal acción puede tener tal o cuales consecuencias. Por lo que debe haber una armonía entre la experiencia interior del hombre y su experiencia exterior.
La naturaleza se mueve por sí misma. Es un soplo ígneo y artesano. Podemos decir que naturaleza, Dios y fuego son términos sinónimos para ellos.
El mundo es la divinidad, que se desarrolla en periodos de tiempo, resuelve en sí mismo todas las cosas y los engendra de nuevo. Es también el orden de los astros. Hay una teología que es al mismo tiempo una cosmología.
El mundo comprende el cielo, la tierra, los seres vivos; los hombres y los dioses. La sabiduría está en la sumisión a Dios y en la aceptación del destino.
Todo individuo posee una tensión interior, como estructura en el mineral, como naturaleza en el vegetal, como alma en el animal, y como espíritu en el hombre, la materia es una, es el sustrato y la sustancia de los elementos. La palabra cuerpo se aplica a dominios raros para nosotros, como la noche, la aurora, la palabra ó Dios que es también un fluido que se expande a través de la totalidad del mundo. Lo incorpóreo es lo expresable, el vacío, el lugar y el tiempo”
El atributo estoico no indica propiedades, por ejemplo “fulano es malo”, sino que indican “actos”, fulano rompió las bolsas de basura.
Consideran que el destino es una estructura y una fuerza, “un orden y una conexión” que jamás puede ser transgredido. Por eso sus críticos, ironizaban que entonces para qué luchar y si en mi destino perderé, por ejemplo. Pero eso no es el alma fiel a la filosofía estoica, sino el cómo debe tomarse la vida, y en esta visión romántica, de un Dios que todo lo contiene y que por naturaleza es bueno, se vale de que si en la naturaleza, hay dolor o sufrimiento uno debe aceptar y sobre llevar con la mayor dignidad, ese sufrimiento.
He aprendido a lo largo de estos años, que hay una serie de constricciones, o condiciones de las cuales el hombre, es muy difícil que pueda salirse, serán diferentes para cada persona, que luchar con dignidad, en pro de superarse, eso está bien, y que aceptar con cobardía bajando la cabeza, no es lo que está en nuestra capacidad, puesto que tenemos razocinio; pensamientos, el habla -la palabra-, los sentimientos. Es decir que luchando para superar las condiciones que nos constriñen, no es necesariamente estar en permanente violencia consigo mismo y con las circunstancias, ya que siempre, está el agradecer la vida que el Creador nos va dando. Sin que por eso uno deba quedarse quieto, ó peor aceptando las “cualidades del Ser” que nos ponen los otros; puesto que es más verdadero y valioso, según creo como los estoicos, saber cuáles son nuestras acciones, nuestros actos, y no qué dicen los otros que somos.
El destino es la sabiduría superior a la nuestra, que está ligada a la providencia divina. Como diría una humorista cordobés, “decía mi tata “ud ande derecho que el Tata Dios le va a poner las cosas en el camino que ud necesite””.
Para los estoicos es como si la vida fuera una pieza de teatro, el Creador distribuye los papeles, a los actores, les corresponde realizar su papel del mejor modo en que pueda.
Sin embargo, agrego, el cansancio y el círculo vicioso, puede hacer que algún actor, se baje del escenario o decida actuar en otra obra; pero eso ya es harina de otro costal y de otras filosofías.
Por: Lic. Fernanda Inés Sucunza
Basado en “El estoicismo” de J. Brun Editorial Universitaria de Buenos Aires. Argentina, 1968.-