SILENCIO
Silencio; refugio de los débiles y
desválidos… tórrida siesta que me hace
transpirar en un cuarto sin aire…
silencio; que me ayudas y me condenas,
silencio; que viniste y guardaste mis penas…
Palabras, como pájaros que huyen
de su hoguera, vienen a refrescar
mi garganta y mis venas…
Palabras que cuestan salir, palabras
abarrotadas de quimeras,
están frías en mi pecho,
eligen salir cuando nadie lo espera.
Palabra, toma el calor de una
nueva esperanza, y sal de mi
ser para mostrarle a mi Creador la alegría
que me da con este nuevo día.
Silencio, mi refugio y mi condena,
silencio que me salvaste de más golpes,
y de más desamor
de las palabras aquellas…
Silencio; fuiste mi quimera
de ser amada cuando todavía no estaban sus
estrellas; las de mi amor…
Silencio; ya no te necesito,
fuiste como la soledad; mi fiel amigo…
Ahora; busco las palabras
de mi dignidad,
el respeto me está enseñando
que ellas no me quieren matar…
porque las escuchan quien no me mira mal;
y aunque las escuchasen otros,
ellas dicen verdad, y no olvidan la piedad.
Palabra y Respeto;
Den a luz mi paz!
Así aprendo a vivir, y a respetar
mi vida; la que mi Creador me da,
junto a mi madre: la Dignidad.
Respeto y amor,
elixir del perdón…
Perdono: pero eso no implica
que los ojos que me miraban mal,
con sus palabras de desprecio ó
su intención dañina corporal,
me dañen una vez más.
No permitiría; si pudiera (o hubiera podido),
el desamor sufrido
y todas las heridas
que me condenaron a aquella hoguera.
Respeto, amor y palabras…
Ahora, vacíos silencios, y la nada,
no esconden más, ninguna herida.
Silencio; vete de mí,
ya no te necesito.
Hoy; la llama de mi amor,
y la vida que me da satisfacción.
Fernanda Inés